Al poco de escribir la entrada anterior (“la indolencia”), hemos asistido a un evento organizado por la Universidad de Cádiz sobre la interacción Puerto – Ciudad. Tema muy interesante, con muchos matices que evaluar y en el que la ciudadanía no debería ser paso a. Un ciudadano participó en el coloquio con una intervención reseñable: dijo que estaba interesado en participar y proponer, pero siempre que le hicieran caso, si no, ¿para qué iba a participar?
O sea, sólo propongo si se hace lo que yo digo, que obviamente es lo mejor y lo único que es válido. Esta actitud, muy extendida deriva en la indolencia que tanto criticamos en la última entrada, porque nadie de nosotros tenemos la verdad absoluta y lo que realmente estamos buscando así no es participar, sino una excusa para no hacerlo.
Una vez convencido de que para qué vamos a participar se lo ponemos mucho más fácil para que los políticos hagan lo que les plazca. Y no sólo lo hacen, sino que intentan hacernos creer que todo está bien. De un lado y de otro. Podemos ver a Landaluce diciendo que la gestión del tren es un éxito y aún intentando convencer a la ciudadanía de que la electrificación estará en plazo, cuando ni siquiera se ha aprobado la declaración de impacto ambiental ni se han contratado los proyectos. Es evidente que dentro de poco buscará otra excusa, la suya, con la que culpar a los demás partidos de no llegar a tiempo, porque su gestión es la mejor, la única, la inigualable.
Igualmente, el Consejero de Fomento se ha dado cuenta de que no se cumplirán los plazos con el tren cuando se ha anunciado públicamente, y ha puesto el grito en el cielo. También busca su excusa, porque así puede responsabilizar a otros de lo mal que está la comarca y las infraestructuras, que, curiosamente él también gestiona. Pero cuando una empresa privada decide a su riesgo y ventura montar un tren entre Algeciras y Córdoba bien que sale a apuntarse el tanto, aunque también se haya enterado por la prensa y con más de un mes de retraso.
Una de las soluciones que propone @ndaluciabay20.30 para mejorar el tren es que, en el caso de que no se cumpla el plazo comprometido, desde el 1 de enero de 2021, el tren cueste como si la reforma estuviera terminada. Obviamente no podría ganarse en tiempo, pero al menos, sí que se compensaría la merma económica, tanto a pasajeros como a mercancías. Sin embargo, esta medida tiene un problema: ¿Y si se financia el tren y sigue sin usarse? Perderíamos muchos argumentos sobre el tren, y nos quedaríamos sin excusas y se nos verían las costuras: no podríamos echarle la culpa a otro.
@ndaluciabay20.30 no quiere excusas. Nos podremos equivocar, pero preferimos errar a ver cómo los demás nos adelantan mientras aquí nos lamentamos de nuestra suerte. Queremos analizar, estudiar, proponer para el bien general, que no será el bien de todos, sino el que beneficie a más gente a largo plazo. Y no vale la excusa de que yo no soy parte hoy de esa mayoría, para no participar, porque así, lo que se consigue es que siempre nos aborregue la misma minoría. Los de siempre. Como decía Peter Drucker: “La mejor forma de predecir el futuro es creándolo”.
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